José, así se llamaba, era albañil
por herencia, su abuelo y su padre lo habían sido y él no podía ser menos, para
ellos, me refiero a su abuelo y a su padre, era una profesión de machos. Sin
embargo algo tenía de especial, cuando
debía realizar tareas un poco más delicadas, como por ejemplo colocar
los azulejos a un baño o una cocina, o realizar trabajos con yeso. Si uno lo
hubiese clasificado solo por su aspecto físico y con solo mirarles las manos,
no lo hubiese dejado tocar nada que sea frágil por el solo temor a que lo
quebrara todo. Por eso siempre lo mandaban
a descargar los camiones con los materiales que llegaban para la
construcción o para mover alguna herramienta que pesaban demasiado y él
acostumbrado a eso, bajaba la cabeza y sin decir nada, realizaba su trabajo.
Por la noche, quedaba a cargo de
la obra, o sea era el sereno, y a pesar de su cara de niño, su aspecto
transmitía respeto.
Víctor, junto con sus amigos, se
juntaban los fines de semana junto a la obra para jugar con la arena que
descargaban los camiones a orilla de la futura vereda, así, se fueron haciendo
amigo de José.
Los niños se entretenían
conversando con él, ya que le gustaba contar historias y adivinanzas. Así se
pasaban las horas.
- Haber quien adivina,
decía, estaban cruzando el río la
mamá elefante con sus 3
elefantitos, cuando llegaron hasta
la otra orilla, unos de los elefantitos dijo, que suerte
que pudimos cruzar los 5, por qué dijo los 5 si eran 4 ?, nos preguntaba.
- Porque
la mamá elefanta esta por tener otro hijo, respondían a coro
-
No, no, decía, el elefantito
dijo los cinco porque no sabía contar, y se moría de risa.
Y así, se despedían a coro con un
Uuuuuu !!!, hasta el día siguiente.
Durante la semana José trabajaba
duro en la obra y solo se limitaba a saludarlos cuando pasaban por ahí al salir
de la escuela; sólo los fines de semana es cuando disponían de tiempo al igual
que él, para sentarse a conversar y comenzar nuevamente con sus cuentos y
adivinanzas.
Pero una vez, la conversación fue
distinta, ya no fue un cuento el que intentaba contarles sino más bien una
confidencia de su parte. Comenzó preguntándoles si alguna vez habían ido a un
teatro a ver valet, les dijeron que no, pero sí habían visto algo de eso en la
televisión, en esa época era en blanco y negro y solo funcionaba, al caer la
tarde, hasta las 23:00 hs.
- Y
que les pareció?, les preguntó con una sonrisa en su boca.
-
Pero, José, esas
cosas son de mariquitas, respondió uno de los
niños amigo de Víctor, antes que pudiera
éste emitir su opinión.
José bajo la cabeza y no volvió a hablar más del tema ese día ni los días
que siguieron.
Llegaron las vacaciones de
invierno y los amigos de Víctor se fueron a visitar a sus parientes que vivían
en otras provincias quedándose en casa, ya que su situación económica no daba
para salir de vacaciones, lo mismo le pasaba a José, solo que este debía
trabajar.
Una tarde decidió ir a visitarlo
después de haber ordenado su habitación que hacia días que sus padres le venían
reclamando. Fue una alegría cuando se encontraron, se sentaron a conversar,
como siempre él lo hizo en su sillón todo destartalado, con los resortes todos
vencidos, que algún coleccionista o anticuario lo hubiese reparado para venderlo
como una reliquia a un precio exorbitante, pero como ellos desconocía por
completo ese tema, lo más probable era terminar como leña para algún asadito.
Comenzaron a conversar sobre temas
en general, pero para Víctor lo que realmente le interesaba era tocar el tema
del valet. No sabía cómo hacerlo para que no se sintiera incómodo con la
conversación y cambiara de tema.
-
José, le
dijo, la otra noche estaba viendo en la
televisión una película, donde en una
obra de teatro estaban bailando el lago de los Cisnes de un tal Chaikovsky o
algo así, y agregando dijo: me pareció muy
hermoso.
Logrando de esa manera llamar su
atención, cumpliendo de esta manera su cometido.
- En
serio te gustó?, le dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
Eso fue suficiente para que le
contara todos sus sueños, sus frustraciones, sus deseos de haber sido un
bailarín de valet, como lo fueron los Rusos Rudolf Nureyev (1938/1993), Mijail
Barishnikov(1948), Vladimir Vassiliev (1940) entre otros o el Argentino Jorge
Donn (1947/1992). A su vez le mostró un
montón de revistas y libro con fotos, testimonios y obras de teatro, que tenía
muy bien guardados, temiendo que alguien las descubriera y pensara otra cosa de
él o se rieran en su cara ofendiéndolo por su condición de persona obesa.
Víctor sintió un nudo en la
garganta y un dolor muy grande en su corazón,
pensando en lo injusta que a veces es la vida, cuando estuvo a punto de
decírselo, sintió la voz de su papá que lo estaba llamando, ya eran más de las
21:00 horas y Víctor se encontraba fuera de casa.
Su papá estaba furioso, porque
pensó que le había pasado alguna cosa, sobre todo por la hora que era, le dio
un buen tirón de orejas y le hizo prometer que no volvería más a ese sitio, ya
que consideró que no era un lugar apropiado para que un niño de su edad
estuviera a esa hora allí, pienso que lo hizo por el propio temor de Papá de
cuidar a sus hijos. Y así lo hizo.
El secreto entre José y Víctor fue
muy bien guardado hasta ahora, porque estoy seguro que José no se va a molestar si se entera que se los conté, porque sé que tanto ustedes, al igual que
Víctor en una noche de Gala en el Teatro Colón en la ciudad de Buenos Aires, lo
estaremos aplaudiendo de pie antes de caer el telón, posiblemente en la próxima
parada.-
CESO
CESO