martes, 24 de julio de 2012


EL CARPINTERO QUE AMABA LA PINTURA


                                 Perdido entre medio de las maderas y el aserrín, se encontraba Juan Carlos el carpintero. Siempre con su lápiz que descansaba al costado de su oreja izquierda, sus pantalones que siempre se les caían y una remera con un agujero a la altura del pecho. De cabellos rubios y enrulados que se confundían con la viruta que desprendían las maderas a medida que pasaban por el torno.

Siempre estaba en movimiento, iba de un lado para el otro haciendo varias cosas al mismo tiempo, por lo que nunca tenía un lugar fijo donde trabajar. Eso quedaba demostrado ya que en cada lugar de la carpintería había un dibujo hecho por él, ya sea de  un paisaje, de una mujer desnuda, o de algún personaje de historietas, ya sea Superman o el Hombre Araña.

Cuando uno acercaba a él para pedirle si podía llevar viruta de madera para la escuela (la usaban mezclándola con kerosene para limpiar los pisos de la misma)  y  justamente se encontraba en el sector donde estaba el diseño de la mujer que había pintado desnuda,  decía:


-          Mira muchacho, esto lo tienes que mirar en forma artística, nada       pensar  en cosas raras, me entiendes?
-          Si, si, le respondía, Leonardo,  a pesar de que el famoso dibujo de la mujer desnuda,  era el comentario de toda la escuela  y a veces iban  otros para ver sus obras de arte, en  especial esa.

Era tal la perfección de sus trazos que parecía una fotografía. Su cara mostraba una sonrisa seductora con una pequeña nariz y ojos soñadores, unos pechos armoniosos que parecían quererse salir de la pintura. Al mirar sus caderas uno se la imaginaba bailando la danza del vientre y  sus piernas eran perfectas. Era tan linda que pasó a ser la novia de todos los alumnos de quinto grado, el único problema era que a medida que pasaba el tiempo la imagen se iba apagando y no tenían manera de revivirla, a no ser que lo conversaran con Juan Carlos, y le pidiera que le diera una retocada, pero cómo hacerlo, ahí estaba el mayor dilema.

Y llegó el día en que la imagen desapareció, en su lugar apareció una mancha de humedad y todos los alumnos de quito grado se quedaron sin novia, sin fantasía, pero por lo menos con el recuerdo del primer amor.

Ya no tenían motivo para ir a la carpintería con la excusa de buscar viruta de madera para la escuela, y más rabia les daba al ver que las imágenes de Superman y el Hombre Araña se mantenían impecables, mientras que su amor imposible había desaparecido.

Los días continuaban pasando y ya se habían olvidado de lo ocurrido cuando al entrar a la carpintería una nueva imagen había aparecido y la mancha de humedad formaba parte del diseño. Se trataba de un niño durmiendo de costado, mostrando sus pies desnudos y cubierto parte de su cuerpo con hojas secas, y una leyenda que decía:  “…Y dormía como un gusano de seda entre las hojas”

Leonardo se acercó para poder observar el diseño  más detenidamente y daba la sensación de que el cuadro estaba vivo quizás la propia mancha de humedad hacia que resaltara más aún la pintura. Se quedó un buen rato mirándola cuando sintió la mano de Juan Carlos en su hombro, haciendo que volviera a poner los pies sobre la tierra.

-          Que pasa muchacho, no te gustó el dibujo?

Claro que le había gustado, decía tantas cosas juntas que no sabía cómo explicarlo, no era sólo la imagen de un niño durmiendo entre las hojas como decía la leyenda. El cuadro tenía vida propia, tenía como decir, movimiento, se sentía el sonido del viento, el olor  de las hojas secas, la tristeza del niño, era un todo plasmado en una pared de adobe de un viejo galpón.

Leonardo nunca supo como decirle a Juan Carlos lo que sintió y de la manera que le había llegado su pintura, sólo sé que a partir de aquel momento, esa carpintería se había convertido para Leonardo en una galería de arte, donde  unos de los mejores pintores del mundo para él, Juan Carlos Sotelo exponía sus pinturas para deleite de las personas recibiendo, por parte de los críticos de arte los mejores elogios, y de la gente una gran admiración y respeto.-

                                                                                                                                         CESO