viernes, 16 de marzo de 2012


(RECORDANDO A MI PADRE)
                 FRAGMENTO
Tomé el ómnibus que pasaba por la esquina de mi casa, y que me dejaba a tres cuadras de la Avenida Argentina y a una mas de la tienda de antigüedades.

       Hacía mucho tiempo que no usaba este servicio, normalmente prefiero moverme en taxi y de vez  en cuando con mi auto,  solo que hoy en día salir con él  significa un gran stress que comienza con la locura del transito, luego como una misión imposible al intentar estacionarlo cerca del lugar a donde uno se dirige que normalmente termina siendo a varias cuadras y luego al bajar  disfrazando una sonrisa de triunfo por haberlo logrado, se termina apagando cuando aparece no sé de dónde como un fantasma el cuida coches, con una rejilla húmeda y  toda sucia  colgada de su hombro y  con un palito  que lo mueve hábilmente para todos lados en su boca diciendo:

 -   Se lo cuido patrón y de paso le limpiamo (limpiamos) lo vidrio, le limpiamo o prefiere   
     que se  lo lavemo (lavemos) todo…
  

   A pesar de recién haberlo retirado del lavadero, de haberlo hecho lustrar y lógico, haber gastado un montón de dinero para dejarlo impecable.-

                                 Subí al colectivo, me senté en unos de sus asientos junto a la ventanilla, podía  elegir ya que cerca de ahí comienza su recorrido por lo que estaba casi vacío.

                                        De repente vino a mi mente la imagen de mi querido y fallecido Padre, recuerdo que los fines de semana le gustaba ir a pescar, yo era un adolescente de unos 15 años de edad y lo acompañaba porque me daba pena que se fuera solo.  A pesar de ello al subir al colectivo que nos llevaba hasta la playa, ya que mi casa quedaba a unas 30 cuadras de la misma y al estar el colectivo vacío, me iba al fondo para sentarme en el último asiento, cosa de adolescente prejuicioso, mientras que mi Padre lo hacia en el primero que era individual junto a la puerta donde la gente subía,  era gracioso verlo con su gorra tipo boina con visera, su cajita de madera con todo los accesorios, tanza, anzuelos, pinzas, etc. que descansaba entre sus piernas, mientras su caña de pescar de dos tramos quedaba apoyaba al costado de su asiento. Creo que nunca nadie en la vida pesco tanta gente como lo hizo mi Papá, ni el mas hábil de los pastores protestantes, ya que cada persona que subía al colectivo se agarraba de la caña, es mas algunos no la soltaban por un largo tiempo pensando que era un accesorio del propio colectivo,  hasta que se daban cuenta y pedían disculpas.
                                En fin, como les decía, me senté en unos de sus asientos, no precisamente en el ultimo sino en el primero.  (Mar del Plata, 1969)

                                                                                                                   CESO

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